Rescate del lat. Vernacŭlus
de Concepción
Sillón de una tapicería
Cuando uno se sumerge dentro de una ciudad puede integrarse en ciertos elementos y de ciertas costumbres que hablan de un lugar, a veces se logra dimensionar lo característico del lugar como también puedes cegarte. Esto se puede ver como un lugar que forma códigos para darse una identidad. Pero esa identidad no muchas veces es intencional, aunque todos busquemos como necesidad tener una identidad propia. En el modo de que la identidad es una necesidad, esta se muestra como un camino a lograr establecer una base para un estatus vernáculo.
Lo vernáculo se apodera de muchos territorios, pero siempre busca tener una mirada. Lo que quiero es mostrar una foto que englobe varias fotos más. Por esto elegí la foto donde sale un asiento muy destrozado a la puerta de una tapicería. El asiento está en muy mal estado y es colocado intencionalmente como modo de publicidad. Este local queda en Maipú entre Paicaví y Janequeo, y queda en uno de los lados de la periferia de Concepción (siendo los límites periféricos carreras, Paicaví, Prat y Víctor Lamas).
Lo particular de esta foto o más bien de este sitio y en especial del objeto del asiento en sí es que muestra algo particular que ocurre muchas veces en Concepción. Y como lo destaque más arriba lo que ocurre en la periferia. La precariedad que existe en estos lugares de Concepción hace que quede algo en la retina, algo que no ocurre en el centro cambiante de Concepción. En el centro podemos ver cómo ha llegado la tecnología, grandes avisos publicitarios de imágenes de personas de más de 5 metros, semáforos que nos cuentan los segundos para cruzar y muchas cosas que están cambiando el panorama visual.
Al encontrar estas visualidades vernaculares como lo que ocurre con el asiento de la tapicería nos damos cuenta de que existe una coherencia dentro de todos registros que pude extraer. Hay algo en esa manualidad que demuestran esos objetos, como los carteles de negocios, que hace que no se pierdan en la periferia. Pero lo que me gustaría recalcar no es esa manualidad que logran estos objetos, sino como estos objetos logran perdurar en el tiempo. Tienen tanto agrado la gente que los utiliza, o por una necesidad de no tener otro material como soporte para poder entre comillas mejorar sus objetos, que estos objetos se toman una visualidad de otro tiempo-espacio de lo que ocurre en Concepción centro. Ya que en gran parte estos espacios se deben al ritmo de espacio–tiempo más lento que adquieren. Este ralentizar del espacio-tiempo se refleja en los objetos vernáculos que encontramos, ya que a la vez son una consecuencia directa de estos mismos.
El callar de estos objetos por mucho tiempo como lo vemos en la silla de la tapicería, en los carteles manuales, en la pesa del paseo peatonal, en los inflables de la plaza o en los baldes de la florería son un ejemplo de cómo el tiempo les da una visualidad y los hace hablar denuevo. Hay algo en el rever que hace que nosotros al pasar por estos lugares, como casi turistas, encontremos una visualidad que para las personas dueñas de esos objetos no sean algo rescatable.
Ahora, pareciese que todo lo viejo dentro de la periferia de Concepción es algo rescatable. Pero lo que quiero redimir son objetos que tienen su gracia en el “no olvido”. Es ese juego en el rescate y permanencia de los objetos que sostienen los dueños y para luego ser rescatados por el registro fotográfico de mi persona. Así, y solo así la silla de la tapicería toma importancia en mi trabajo de rescate vernacular, sino pasaría a ser solo una chatarra o una basura sin significado. Pero hay que enfatizar que solo pasa a ser relevante en el modo que alguien logra remirarla y resituarla, y es en ese momento en el cual consigue pasar al “no olvido”.
Al final este “no olvido” se ve contrastado del tiempo-espacio perdido y ralentizado de donde se encuentran. Ya que nosotros, los espectadores de esta gráfica vernacular somos los únicos que podemos darle un rescate. Esto no se da a modo de masa y por eso se instala en este espacio-tiempo perdido. Se trata del hecho de que la masa no logra ver o identificar como propio algo que no visita, pero nosotros rescatándolo del olvido logramos darle identidad dentro de lo domestico de nuestra ciudad.
En este punto se aprecia como el cartel manual o la precariedad de colocar objetos deteriorados nos ganan la batalla contra la gigantografía de una tienda comercial. Y le ganan a la producción de dicha imagen atractiva de la mujer de 5 metros por la cercanía que produce la manufactura de estos objetos vernáculos. Estos objetos se incorporan en nosotros a tal punto de que nos domestican, aunque sea la primera vez que interactuemos con ellos. Con el solo hecho de poder hacer un rescate mental de que ese cartel u objeto que está hecho por una necesidad nativa de nuestros lugares. Esta gráfica no se experimenta en la producción ambiciosa que obtienen las grandes tiendas, siendo estas pasajeras y efímeras, sino que el inconsciente e inocencia de disponer estos objetos y visualidad es un acto que demuestra la identidad de un lugar.
Pero que pueden hacer estos objetos como la publicidad del sillón de la tapicería contra grandes carteles luminosos y llamativos, solo quedar en vergüenza. Pero solo la esperanza de sobrevivir se la da el rescate, o sea el recuperar ese objeto que se tenía olvidado, estropeado o perdido, para que tome vida y consiga apagar y opacar al gran cartel luminoso.
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